lunes, 21 de noviembre de 2011

Las puertas eternas de Vida. Dario Silva

Las puertas de nuestra casa
Feb | 2011 (GMT-3)

El Dr. Silva-Silva analiza lo que denomina "las puertas del hombre", un estudio sobre cómo el hombre se construye a partir de sus sentidos. Entendamos las dimensiones de la persona humana.
Dario Silva-Silva
Dario Silva-Silva
Con el desarrollo del psicoanálisis que se dio a partir de Sigmund Freud, hubo un desbordado interés por incursionar en la intimidad del alma, es decir, la psiquis, prescindiendo de la esencia espiritual del ser humano. Una influencia darwiniana hizo que la psicología animalizara al hombre al juzgarlo como el eslabón más alto de la evolución zoológica, y las actividades científicas y artísticas se orientaron hacia lo psíquico, que es lo animal. Anima es la palabra latina equivalente de la griega psyche. Cree que el ser humano contenía un soplo divino –el espíritu, en griego pneuma– había pasado a la simple categoría de mito. Sin embargo, las audacias intelectuales del siglo XX fueron flor de un día; pues todo lo autónomo del hombre –eso que se entiende por humanismo– llega y pasa. Hoy los mitos son, precisamente, las teorías de Darwin, Freud y compañía limitada.
En el siglo XXI buscamos, a tontas y a ciegas, una puerta que nos lleve otra vez a la luz que perdimos durante cien años, un curioso período afectado, de una u otra forma, por la aludida y enfermiza línea de especulación. Los surrealistas, por ejemplo, desarrollaron sus tareas literarias y artísticas bajo la idea de que la realidad concreta debía marginarse para dar paso a la realidad abstracta; por eso, ellos no presentaban las cosas como son en la vida normal, sino como ocurren en los sueños, no lo que el hombre muestra en la superficie de su conducta, sino lo que imagina y siente en los laberintos de su psiquis.
Pese a todo, hay que reconocer que La Biblia es, a veces, un poco surrealista en su utilización de ciertos símbolos para ilustrar de forma natural lo sobrenatural, en una iniciativa de la Mente Divina, que es ilimitada, por bajar al limitado alcance de la mente humana. El surrealismo puede ser, entonces, un torpe intento del ser humano por transmitir lo intransmisible.
En ese orden de ideas, el hombre es presentado en Las Sagradas Escrituras como un edificio dotado de puertas; la boca y el corazón, son los ejemplos más obvios. Hay un instante en que la eternidad parece congelarse en el tiempo: es cuando el Hijo de Dios se hace Hijo del Hombre. Ese misterio conmovedor por medio del cual es posible que un carpintero aldeano sea Dios mismo, sacraliza a la persona humana y la convierte en templo del Espíritu Santo, una casa viva dorada de puertas sensibles.
Ahora bien, Justino Mártir dijo con precisión que "el cuerpo es la casa del alma y el alma es la casa del espíritu". Muchos siglos después de tan exacta afirmación, los investigadores más avanzados de la psicología han concluido que el ser humano tiene un no se sabe qué en un no se sabe dónde, más allá de la psiquis; y varios de ellos –Viktor Frankl, por ejemplo– han optado por considerar al hombre como una tricotomía; tal es cabalmente la idea bíblica según el cual todo nuestro ser es espíritu (pneuma), alma (psyche) y cuerpo (soma), tal claramente expuesta por san Pablo (1 Tesalonicenses 5:23). En tal orden de ideas, las puertas humanas son psicosomáticas y, también, espirituales.
La puerta de la vistaEl sentido sobresaliente del ser humano es la vista; por contraste, el perro, que solo ve en blanco y negro, huele y oye paisajes de olores y sonidos. Cuando una mujer tiene un parto se dice que ha dado a luz.
Los ojos son la puerta de la vida natural. El ser humano tiene, pues, superdesarrollado el sentido de la vista. Para La Biblia, el espíritu también tiene ojos para distinguir los matices de lo sobrenatural; por eso, tener ojos y no ver es ceguera espiritual. La importancia de esta puerta es remarcada por Jesús en el Sermón del Monte: "El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!" (Mateo 6: 22-23).
Existen testimonios de ciegos ilustres, es cierto; Homero y Milton ponen muy en alto que tal limitación no es un obstáculo para el desarrollo de la persona humana; con todo, en la normalidad de las cosas, el sentido de la vista es primordial. El hombre que abre esta puerta recibe visitas directas a su mundo interior; y por eso Satanás ha creado una cultura de la imagen, en la cual, el homo videns de la postmodernidad es invadido, a través de los ojos, por una continua procesión de imágenes intrusas. Las imágenes suelen conducir a la idolatría; por el auge del video, la sociedad actual es idolatría en grado superlativo.
Las puertas del oídoAlgunas partes del ser humano cumplen las dos funciones propias de casi todas: sirven para entrar y para salir. Los ojos, por ejemplo, se abren para recibir algo que interiorizan, pero también se abren para dar algo que exteriorizan. El oído, en cambio, es una puerta que solo dice entrada,nunca salida. Por las orejas, nada sale.
Satanás es experto en sonidos, no solo en ruidos; las palabras y la música forman la primera línea dentro de sus actividades favoritas. Es fácil observar que lo primero que hace en el Edén para inaugurar su gran recurso, la tentación, es hablarle a Eva, tocarle el sentido auditivo. No la tienta por el tacto, la vista, el olfato ni el gusto; lo hace por el oído.
puertaLa fe entra por la puerta del oído cuando nos abrimos a La Palabra de Dios; pero por desgracia no hay peor sordo que el que no quiere oír. No obstante, en medio del ruido ensordecedor de la postmodernidad, que enferma los cuerpos y enloquece las almas, se percibe una voz suave y persuasiva que habla del amor y la alegría, la salud y la paz, la bondad y la compasión, la fe y la esperanza, el perdón y la armonía. Se destaca entre todas las voces chillonas que pretenden ahogarla, porque es la voz de Dios.
La puerta del tactoEl sentido del tacto es una puerta hipersensible, como ocurre con las de algunos modernos establecimiento, que se abren o se cierran por el simple calor humano de quien entra o sale por ellas. Cuando se toca, la sensación emite el código respectivo.
En el misterio del amor erótico las caricias son algo indescriptible; en ellas el sentido del tacto juega el papel protagónico. La fricción externa produce fruición interna, en una emoción gratificante.
La piel es una puerta de entrada y salida: en la primera función introduce mensajes que producen unidad intelecto-afecto; en la segunda, expulsa malos humores por medio del sudor, el acné y otras defensas.
La puerta del olfatoLa nariz fue la puerta de entrada de la vida consciente al ser humano. Dios, que había creado a todos los animales le da al ser humano algo que lo diferencia radicalmente de todas las especies zoológicas: "Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente" (Génesis 2:7).
El Señor no sopló en los animales irracionales que se llaman así, precisamente, porque carecen de ese atributo que le permite a su amo planetario diferenciar el bien del mal, poseer conciencia, uso de razón y capacidad para comunicarse con el Creador. En su incesante inspiración-expiración, la nariz es la puerta de entrada del oxígeno que vitaliza el organismo físico del hombre, y la puerta de escape del gas carbónico que puede intoxicarlo. Asimismo, la nariz es la puerta doble por la que entran los olores y salen las flemas.
Si una persona es lista se dice que tiene buen olfato; por eso, en lo espiritual, el olfato se llama discernimiento, esa capacidad de distinguir, como por instinto, los aromas del cielo de las mismas del infierno. Pablo menciona el tema: "Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es competente para semejante tarea?" (2 Corintios 2:15-16).
La puerta de los labiosLa boca humana cumple dos funciones: hablar y comer. Palabra y sabor. En general la gente se preocupa más por lo que engulle que por lo que expulsa a través de la puerta de los labios; pero Jesucristo puso las prioridades en orden: "¿No se dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa en la letrina? Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos" (Mateo 15:17-20).
Mucho se ha hablado sobre el poder de la lengua, que crea bajo Dios y destruye bajo Satanás. Baste y sobre con saber que La Palabra de Dios se ha manifestado bajo tres formas: objetivamente, a través de la naturaleza, La Palabra encarnada; sistemáticamente, por medio de La Biblia, La Palabra escrita; vitalmente, en la persona de Jesucristo, la Palabra humanada.
La puerta del corazónEl corazón es un enigma. La Biblia le dedica vibrantes conceptos: el diluvio sobrevino porque el corazón de los cainitas solo abrigaba designios malvados. Moisés encarece a los israelitas que busquen al Señor con todo su corazón. Samuel declara que David será coronado como rey por ser un hombre conforme al corazón de Dios. El salmista advierte que los necios niegan a Dios en su corazón. Salomón aconseja a su hijo que guarde puro el corazón. El mismo autor advierte que el corazón alegre da salud al cuerpo y el corazón acongojado seca los huesos. ¿No es eso lo que llaman somatización? Ezequiel describe el transplante que el Espíritu Santo realiza en el hombre caído que se arrepiente, al cambiarle el corazón de piedra en un corazón de carne.
Jesucristo agota el tema en el curso de sus sermones: Él vino a sanar a los quebrantados de corazón. Nos invita a ser mansos y humildes de corazón. Solo los limpios de corazón verán a Dios, pues es Él quien escudriña los pensamientos y las intenciones del corazón. El que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Donde esté el tesoro de un hombre allí estará también su corazón. A Dios debemos amarlo con todo el corazón. De la abundancia del corazón habla la boca. Hay que perdonar de todo corazón las ofensas del prójimo.
El gran poeta español Lope de Vega plasmó, en un inolvidable soneto, la indolencia de quienes oyen el llamado insistente del Señor a su puerta y la mantienen clausurada; sus versos, escritos hace cuatro siglos, reflejan una penosa realidad de nuestro tiempo: la sordera ante el llamado de Jesús, la ceguera que no acepta la luz que sale de su lámpara; dicho llanamente, la dureza del corazón:
"¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierta de rocío,pasas las noches del invierno oscuras?¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,pues no te abrí! ¡Qué extraño desvaríosi de mi ingratitud el hielo fríosecó las llagas de tus plantas puras!¡Cuántas veces el ángel me decía:‘Alma, asómate ahora a la ventana;verás con cuánto amor llamar porfía’!Y ¡cuántas, hermosura soberana,‘mañana le abriremos’ respondía,para lo mismo responder mañana!"
Las puertas eternasEl corazón es el cuarto inviolable donde el hombre guarda a puerta cerrada lo que él es realmente, no lo que parece ser, no lo que los demás juzgan que es, ni lo que se esfuerza por mostrar que es sin serlo; sino él mismo, su persona, su código secreto, su yo soy yo, su propio ser, lo que nadie más es ni puede ser. Lo incopiable, lo irrepetible, lo original y único. Lo absoluto diferente. Lo inclonable. Tu yo, mi tú, el de él. En una palabra, la "yoidad".
Tomado del libro: Las puertas eternas de Vida

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